En el curso de la búsqueda-eliminación de soluciones, puede suceder que aparezca una idea breve de que el suicidio pueda ser “una” de las soluciones posibles. Esta primera aparición puede sorprender y asustar al suicida. Es posible que la idea nunca reaparezca o al contrario que vuelva a aparecer con más frecuencia.
En este último caso, la persona juega con la idea. Rechaza unas soluciones porque no alcanzan a reducir la intensidad de la crisis y las emociones generadas por ella. Intenta, por ejemplo, hablar de su malestar, cambiar de trabajo o de amigos, trastearse, modificar sus actitudes. Si esos intentos no dan resultados se convierten en una acumulación de fracasos que confirma la imposibilidad de salir adelante.
La idea del suicidio regresa con más fuerza, se impone como solución. Es considerada cada vez con más seriedad y el suicida empieza a elaborar escenarios de paso al acto.